Ferrán era un joven que le encantaba escribir y trabajaba en un castillo con un caballero muy amble. Un día el caballero le dijo que quería leer sus escritos, a él le gustó mucho y algunas veces se lo enseñaba para que lo leyera.
Unos días después vino un hombre diciendo que existía una piedra que todo lo que tocaba se convertía en oro y el caballero le dio 500 ducados y que luego vendría desde Italia a traérselo todo.
Tiempo después el caballero le dijo a Ferrán que quería leer lo que había escrito y escribió que al caballero le habían timado, pero el caballero le dijo que podría volver y entonces el caballero le preguntó que qué pondría en su diario y el joven le contestó que lo rectificaría.
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